Como correr dentro del agua, o nadar en el precipicio. Es difícil explicar todas aquellas acciones que se pueden clasificar como fácil o complicado. Entre la dificultad moral que implica matar un insecto que puede ser ponzoñoso, pero tiene derecho a vivir, hasta las palabras que pueden iniciar o terminar una relación enriquecedora.
Mucho más difícil aquello de decidir, escoger tu camino, el rumbo, los pasos, la intensidad. El fin que tiene tu vida, un propósito fijo o uno donde no exista objetivo. Como que tu propósito sea no tener un destino escrito aunque, claramente, no es tu elección. O tal vez sí, pero es difícil saberlo.
Es difícil no sentirte la piel, no tocarla, ni olerla, ni mirarla. Seducirte a ti mismo y sonreír. Entrever pequeñas arrugas que se han formado por el movimiento y la expresión. Arrugas que conducen y unen distinas partes de tu ser, que te gusta analizar y mirar a fondo. También te gusta imaginar ríos de vivencias corriendo dentro de ellas, peces con citoplasma que se reproducen y dejan brillar sus escamas llenas de lípidos y proteínas. Crear de tu cuerpo un mundo en miniatura que te encanta llevar a todos lados. Y que no dejas de acariciar a media noche.
Es tan complejo que no te deja más opción que aceptar la idea de que no hay un principio ni un fin. Es un siempre, que se transformó cada vez que alguien imaginaba un mundo pequeño.
Es difícil no escribir las ideas corridas en el cerebro de una adolescente, mientras se escucha Radiohead a todo volumen.
C.C.
Mucho más difícil aquello de decidir, escoger tu camino, el rumbo, los pasos, la intensidad. El fin que tiene tu vida, un propósito fijo o uno donde no exista objetivo. Como que tu propósito sea no tener un destino escrito aunque, claramente, no es tu elección. O tal vez sí, pero es difícil saberlo.
Es difícil no sentirte la piel, no tocarla, ni olerla, ni mirarla. Seducirte a ti mismo y sonreír. Entrever pequeñas arrugas que se han formado por el movimiento y la expresión. Arrugas que conducen y unen distinas partes de tu ser, que te gusta analizar y mirar a fondo. También te gusta imaginar ríos de vivencias corriendo dentro de ellas, peces con citoplasma que se reproducen y dejan brillar sus escamas llenas de lípidos y proteínas. Crear de tu cuerpo un mundo en miniatura que te encanta llevar a todos lados. Y que no dejas de acariciar a media noche.
Es tan complejo que no te deja más opción que aceptar la idea de que no hay un principio ni un fin. Es un siempre, que se transformó cada vez que alguien imaginaba un mundo pequeño.
Es difícil no escribir las ideas corridas en el cerebro de una adolescente, mientras se escucha Radiohead a todo volumen.
C.C.