lunes, 15 de septiembre de 2014

Indescifrable

Ella era como una pintura maravillosa de la que no se puede apartar la vista. Cada rincón de su ser relucía en momentos con alguna sorpresa inusitada. Llenaba el espacio como agua cristalina e invitaba a sumergirse en su esencia desenfrenada. Era esta mujer de la que difícilmente una se olvida cuando deja impresa su imagen en las pupilas. No presumía de una belleza fresca y natural ni de una sensualidad voluptuosa. Ella era hermosa por elección, empapada de colores y texturas armoniosas. La cara de revista, la cara perfecta y cincelada, a su lado, era una belleza obsoleta. Tornaba lo común en espléndido y parecía que flotaba en un aura de arte y divinidad.
Pero lo mas interesante era su carácter desentrañable. Siempre estaba con la sonrisa en la cara; si socarrona, dulce o juguetona, ni sabía ni me importaba. Cada palabra suya estaba repleta de sabiduría, de una amable y evidente, de esa que quita el velo negro de la mirada. No podía descifrarla, no podía adivinar qué era lo que pensaba, y le temía a su juicio. Sentía ese miedo sin angustia, el temor de encontrarme con una mente grande, amplia, de opiniones derechas y majestuosas. Me veía en la necesidad de callar en su presencia para admirarla en silencio. 

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